Desde que la humanidad comprendió la necesidad del crecimiento y desarrollo para la existencia y mejor calidad de vida, la economía se configuró como uno de los elementos de las relaciones sociales, más importantes. Hoy día esa dependencia es mucho más grande, es más interdependiente entre los países que conforman la comunidad internacional, donde las civilizaciones tal y como la conocemos hoy día, debido a la influencia de las condiciones del entorno exige que se tenga en cuenta los elementos y factores cambiantes como la globalización, para determinar el avance y el desarrollo.
Es por ello, que la demanda de bienes y servicios hoy día, debe cubrir mayores expectativas o necesidades para la sociedad, incluyendo aquellas que anteriormente ni siquiera eran pensadas, y que hoy se han convertido en indispensables; es el ejemplo del teléfono y la línea telefónica que juntos constituyen una perfecta combinación de producto y servicio para cubrir una necesidad actual de mantener la comunicación entre las personas en tiempo real, y por lo cual la sociedad demanda mayor calidad cada día.
La innovación y el cambio tecnológico, son factores determinantes, inducidos por la globalización, y por el cual las empresas han tenido que adaptarse para aprovechar los mercados y ofrecer las bondades de la nueva era del conocimiento y la tecnología para el desarrollo.
Por estos cambios o nuevos paradigmas del desarrollo social, determinado principalmente por la economía y las relaciones de producción social, desde los mismos inicios de la Revolución Industrial, a finales del siglo XVII; es que el empresario o líder de la organización ha tenido que comprender la importancia entre otros factores, del control de los riesgos para la prevención de accidentes como medida para contrarrestar las pérdidas que generan los eventos no deseados, calificados como accidentes o enfermedades profesionales u ocupacionales de la fuerza laboral en el trabajo.
Informa la Organización Internacional del Trabajo (OIT)[1], que cada día mueren unas 6.300 personas a causa de accidentes o enfermedades relacionadas con el trabajo, es decir unas 2,3 millones de muertes por año; anualmente ocurren más de 317 millones de accidentes en el trabajo, muchos de estos accidentes resultan en absentismo laboral; y el costo de esta adversidad diaria es enorme, y la carga económica de las malas prácticas de seguridad y salud se estima en un 4% del PIB global de cada año.
Entendemos entonces que la Seguridad e Higiene Industrial, tiene una eminente y predominante esencia humanitaria frente a los riesgos del trabajo para las personas, es inseparable de la economía por las implicaciones que representa en el impacto del Producto Interno Bruto, y mantiene o sustenta la capacidad de trabajo (producción) del ser humano; no solamente responde a un mandato humanitario o constituye una forma de cada empresa para proteger su capacidad productiva y su capital; sino que también, y mas allá de ello, significa preservar el patrimonio propio de cada trabajador y sus expectativas de desarrollo y superación personal, para asegurar el rendimiento esperado; además de que para la empresa los riesgos del trabajo tienen un costo que impacta directamente en la producción o en las utilidades, o en la rentabilidad, como se quiera determinar, ya sean éstos productos, bienes o servicios. Y consecuentemente en el precio final llega al consumidor, con la alteración de la oferta que incide a su vez sobre la demanda, y según se comporte el mercado; traduciendo esto en mayor costo para el consumidor final, quien compromete su ingreso salarial o sus utilidades en la adquisición de productos que necesariamente tenga que adquirir.
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